domingo, 1 de agosto de 2010

No es, lo que parece.

Por lo general mis días no son así... Es muy pedante decirlo, pero casi nunca tengo días aburridos; Puede que fastidiosos y ladillas, pero nunca son aburridos, pues siempre tengo algo que hacer u alguién con quién hablar.


Aquel día comenzó como un típico día en los que estas de Vacaciones; Aquellos en los que lo único que haces es dormir y comer practicamente. En donde la palabras "Salgamos" y "Vé" son uno de los peores insultos que te pueden dar; Aquellos días en los que ya tienes un plan, el plan de no hacer nada.

Ver televisión, comer, acostarme un rato, volver a comer, hablar un rato por teléfono mientras como algo, acostarme a ver el techo, u hacer cualquier cosa que se te venga a la mente, dependiendo de cuan grande sea tu imaginación; Y si, seguro entre otras cosas, está eso que piensas.

En fin, todo un día planificado para no hacer absolutamente nada. !Que rico!

Recuerdo haberme levantado a eso de las 2pm, el frío que hacía era espantoso, razón por la cual, lo primero que hice al pararme fue ponerme un short; Fui a la cocina, había comida hecha y aún estaba caliente, pero sin señales de vida en el resto de la casa; Me serví, prendí la computadora y allí me quede.

Durante la tarde hice aquello que ya había planificado, nada.

Hablé con muchas personas, eso era paja trás paja; A excepción de una persona con la que puedo pasar hablando todo un día, sin aburrirme... Y no me pregunten quién es, porque no se los diré.

El caso es que era feliz, pues nadie me dijo por un día entero qué, o como debía hacer las cosas.

Alrededor de las 8pm, esa sensación de felicidad, al igual como sucede en Venezuela con la de seguridad, se convertía en un espejismo; pues había llegado el punto en el que extrañaba esas voces a mi alrededor que hacían provocar en mi, diferentes emociones y pensamientos por malos o buenos que fuesen; Extrañaba hablar con aquellas personas que hacen de mi vida 1.0 la mejor de todas. Pues, aunque me siento orgulloso de decir, que puedo llamar a muchas personas amigos, a quienes amo.
Son mis padres y mis hermanos aquellos que hacen que pueda decir, mi vida vale la pena, tan solo por el simple hecho de que están a mi lado y respiran.

Poco a poco pensamientos turbios invadían mi cabeza, uno peor que el otro.. Comenzaba a imaginarme aquello a lo que más le temo. La muerte, de mis seres queridos.
Por más que intentaba ocupar mi mente en otras cosas, no podía.. Tenía un presentimiento, como si algo grave estuviese pasando.

Lo primero que hice fue llamarle a sus teléfonos, sin respuesta alguna. Con cada segundo que pasaba, los pensamientos empeoraban.

Mi corazón latía incontrolablemente, como si tuviese un ataque de taquicardia, trataba de calmarme y pensar que todo estaba bien, y al mismo tiempo me preguntaba donde podrían estar; Trataba de recordar aquellas palabras que de forma vaga y casi en especie de Eco, había escuchado mientras dormía. Era mi mamá, decía "Vamos gus, despierta.. Anda parate.. Despiertate" con una voz algo extraña, confieso. Y yo, simplemente seguía acostado durmiendo.

Las horas pasaron muy lentamente esa noche... Llamé a sus celulares, a tíos y tías, primos y primas, todos atendían pero ninguno me respondía, a pesar de que los podía escuchar, solo decían: "¿Aló, aló?"

- Me están vacilando -Pensé yo.

La verdad aunque bromeo mucho, soy muy picado, y veía todo como una broma de mal gusto.
Aproximadamente a las 3am un impulso me hizo salir a la calle, caminaba y caminaba sin rumbo fijo. No sabía hacía donde iba exactamente, solo buscaba a mi familia.

Todo estaba muy oscuro, como la Panamericana de noche, luego de que se le arrebatara la administración a Capriles Radonski. El frío era insoportable, nunca antes Los Teques había estado a tan bajas temperaturas, o por lo menos eso pensaba. Mis pies ardían, entre la caminata, y el estar evitando los huecos y la basura del centro de la ciudad.
"Alirio Rodriguez si es eficaz nojoda, no ha hecho un coño". Era lo que murmuraba. Y solo en ese momento pude despejar mi mente de aquellos pensamientos sombríos.

A lo lejos se escuchaban sonidos "Brum, Brum" (con unos cuantos segundos de diferencia) parecidos a los producidos por los bajos de los carros, y a su vez, acompañando a cada sonido, un ligero temblor, pero no se movía absolutamente nada, excepto yo, como si algo me estuviese dando corriente.

Poco a poco perdía energías, y sentía como mi ritmo cardíaco disminuía. A pesar de todo, seguía caminando, pues quería comprobar que mi familia estuviese sana y salva.

Comenzaba a escuchar voces a lo lejos, como cuando había escuchado a mi mamá mientras dormía. Aunque cada vez más claras, camine unos metros y caí, sin pálpito alguno.

Una vez acostado descarté que todo fuese un sueño, mis ojos estaban cerrados y no poseía la más mínima fuerza para abrirlos, y aunque hacía el intento, era imposible; Sentía como si me hubiesen echado pega en las pestañas, pero escuchaba voces y sonidos, que no distinguía.

El frío que sentía era cada vez más intenso, de pronto escucho una de las peores cosas que puedes escuchar en tu vida, a tu madre llorando. De inmediato sentí un fuerte golpe en el corazón que me destrozaba por dentro, de mis ojos lágrimas querían salir, pero podía sentir como extrañamente se devolvían. Quise moverme, pero me sentía inmóvil, como si estuviese anestesiado. Gritar, lo intentaba, pero no podía. Solo escuchaba mis pensamientos y llantos.
Llantos que con el tiempo descubría de quienes provenían.

Aún no podía creer que era yo quién había muerto. Pero, ¿Como?.

En un principio me sentí muy culpable, pues pensaba que en algún momento de la tarde, había muerto sin siquiera darme cuenta. O que había muerto por dormir tanto, y por eso no desperté cuando mi madre llamaba, comprendiendo que cuando lo hacía, ya yo me encontraba sin vida y ella gritaba llorando que despertara.

A los minutos mi memoria regresaba... Y me sentí peor.

Me sentía la peor persona de este mundo, pues solo tenían que escuchar aquellos llantos que había provocado... Y solo así, podrían imaginarse cuán maldito, mal nacido me sentía en ese momento.

Y más aún, recordando que la noche anterior, mientras todos dormían había decidido ir con unos amigos, escondido, para un viaje que habíamos planificado para ese fin, sin pensar que a esas horas de la noche, en caracas, nos intentarían robar el carro mientras echábamos gasolina, y el dueño de este, se resistiría. Y pasaramos a ser simplemente unas cifras más, de aquellos jóvenes que fines, trás fines ingresan a la Morgue de Bello Monte, siendo asesinados en la capital de Venezuela en donde la impunidad sobre pasa el 90%, destruyendo y cambiando radicalmente la vida de sus familiares.

"Todos tenemos nuestro momento, lamentablemente es triste cuando delincuentes te lo arrebatan" G.B.

Espero sus comentarios, sugerencias o criticas, sinceras...

Atte: Bastardo R. Gustavo J.