lunes, 29 de noviembre de 2010

Una celebración egoísta.

Los ánimos en todo el mundo estaban desbordados. La euforia que generó el clásico partido de Fútbol, reunió durante poco más de 90 minutos a millones de personas. Todos hablaban de eso, todos twiteaban al respecto, “Hala Madrid” “Visca Barca”… etc

Por unos minutos olvidé mis problemas, y los de los míos. Varías botellas de tequila fueron abiertas ese día en mi casa. Mis amigos y yo no hacíamos más que dejar fluir aquella emoción que producía dicho evento; gritando, saltando, insultando y una que otra vez corriendo al patio trasero para celebrar bajo la lluvia.

Iba ganando el Barca, y sus fanáticos no hacían más que alardear y burlarse de las caídas y de la actitud de Cristiano Ronaldo. Por cierto, yo, no estaba nada contento.

Pero en general, todo era perfecto. En ese momento no existían novias, madres, trabajos, obligaciones, nada.

En un populoso sector del Edo. Miranda los ánimos eran distintos. Aunque el clima era el mismo. (Intensas lluvias, la emoción interna de los más jóvenes por el gran partido y “la caña”, que nunca puede faltar en una celebración), éstos parecían estar preocupados por otra cosa.

Mientras escuchaban el partido por la radio, secaban y desconectaban el plasma.

La madre de los 3 jóvenes, que allí vivían, se encontraba desesperadamente sacando el agua, que rápidamente comenzaba a infiltrarse en su pequeña casa.

Los pocos gritos de “¡Gol!” que se escuchaban en la zona, eran opacados por innumerables gritos de auxilio, o para hacerlo menos dramático, por los impactantes truenos que allí caían.

- ¡Mamá, mamá! – gritó el más joven de los hijos, que se encontraba aun secando las cosas de su cuarto.

La madre, desesperada, corrió a ver qué pasaba. Al llegar a la habitación simplemente agarró al niño por un brazo, avisó a los otros dos, y entre gritos y carreras, lograron salir ilesos de la casa; Corrieron montaña abajo.

Mientras, se podía escuchar el eco del quinto y último gol, que lastimosamente para mí, había anotado el equipo de Messi.

Mis amigos no hacían más que hacerme comentarios pesados con respecto al Madrid. En ocasiones, solo sonreía, en otras fingía estar hablando por teléfono. Hasta que sonó. Justamente en el momento en el que yo fingía, el perol, sonó.

Era un amigo, me estaba llamando pidiéndome que por favor, lo dejara quedase en mi casa, pues la suya había sido aplastada por grandes rocas que se desprendieron del cerro, o utilizando un mejor término, de la montaña en la cual vive.

Obviamente no me pude rehusar. Amablemente, y sin consultar con mis padres, lo invité a él y a su familia, a pasar unos días en mi casa.

Ahora, estoy aquí, en la computadora, tratando de no sonar mucho las teclas para que ninguno de ellos se despierte. Ignorando a las personas del twitter y Messenger, y tratando de eliminar aquellos pensamientos malintencionados acerca del profesor, que constantemente invaden mi mente.

martes, 23 de noviembre de 2010

Lo que nunca se dijo

Escena 1.

La habitación estaba repleta de hojas, rotas; Fotografías, quemadas, peluches, sin relleno. Apostada sobre la cama se encontraba una chica, joven, de cabello rizado y ojos claros. De sus delicadas manos, gotas de sangre fluían. Mientras lloraba, maldecía una y otra vez a ese hombre. Trataba de reflexionar acerca de lo que había pasado. Trataba de pensar que sería de su vida.

- Fui la víctima y ahora seré la victimaria – Se dijo a sí misma mientras sus manos limpiaba.

Su golpeado y ensangrentado rostro, reflejaba la decepción tan grande que había tenido. No podía creer que aquel hombre a quién tanto amaba y admiraba, pudo ser capaz de haber hecho lo que hizo.

Comenzó a caminar lentamente hacia la puerta de la habitación. Como pudo se agachó, y lo agarró. Aquel objeto. Objeto con el que más de una vez había sido punzada. Objeto con el que fue descuartizada su pequeña hermana de 4 años, que padecía de síndrome de down.

Su mirada era fija. Sus gestos se habían desvanecidos. Con el filoso cuchillo aún en mano, trataba de encontrar los restos para rearmar a su ya fallecida hermanita.

Escena 2.

Cuerpos policiales irrumpen en la casa. Alrededor de ella, vecinos alarmados por los gritos, estaban aglomerados. Comenzaban a circular rumores acerca de lo ocurrido. “Parece ser que uno de los novios llegó tomado, y la golpeó brutalmente” – Dijo una vecina.

Al mismo tiempo, los policías revisaban la casa. Cuarto por cuarto. Mientras subían las escaleras que daban hacia a las habitaciones, podían ver huellas y rastros de sangre en la pared. Al llegar arriba, quedan impresionados por lo que ven. Uno de ellos, simplemente se va en vómito y decide bajar.

Sin saber qué hacer, le piden a la joven que baje el cuchillo con un tono de voz muy suave y tímida. Ella, aún con una mirada fría y seria, los mira por unos segundos, colocando el desgraciado objeto, en el suelo. Indignados, se acercan a ella. El miedo ante la forma en la que podía reaccionar la joven, los hace mantener distancia. Se acercaban con calma, mientras decían que todo estaría bien, que ya “había pasado”.

Los policías le piden que los acompañe a la delegación. La joven, sin emitir sonido alguno, se levanta lentamente y sigue a los policías que la introducen en una de las patrullas.

De inmediato, un equipo forense, sube a la “carnicería humana”, (nombre que le dieron a la habitación, los medios de comunicación que cubrían la noticia) para analizar y encontrar pistas que ayudaran a descifrar el caso.

Escena 3.

Una vez en la comisaria, la joven fue sometida a un intenso y extenso interrogatorio.

Las evidencias hablaban por sí mismas, argumentó el departamento de policía. “La joven, en un momento de depresión, arremetió contra su familia (Padre y hermana) sin justificación alguna. Fue encontrada con cuchillo en mano, cortando aun, lo que quedaba de su pequeña hermana. Minutos antes, había acabado con la vida de su progenitor, luego de un intenso forcejeo”

Fue declarada culpable, sin siquiera dar declaración al respecto.

Tres días después, su cuerpo era levantado por ahorcamiento. En su celda había dejado una carta.

En ella, por primera vez, se refería a lo sucedido. El contenido real de esa carta nunca fue revelado. El policía que hizo el hallazgo, la guardó. Se rumora que la joven había intentado salvar su vida y la de su hermana, de su padre, quien había intentado violarlas. Y al no poder hacerlo, éste no vio otra opción, más que matar a la niña, e intentar lo mismo con la muchacha.

- Muchas gracias joven, por su declaración. ¿Su nombre es?

- ¡¿ Tú eres loca?! , si llego a decir mi nombre, más nunca saldría de aquí.

Espero sus comentarios y sugerencias.

Bastardo R. Gustavo J.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La última pasión.

“Sarna con pulga no pica” ¿No? Al menos debería tomarlo así. Me dije mientras esperaba.

La sala de espera de colores opacos y poca luz estaba tan fría, que apenas podía moverme. El Corazón se me aceleraba y paralizaba al mismo tiempo; Hasta el mosquito que zumbaba en mi oído, lo hacía en cámara lenta.

- ¿Por qué tenemos que ser tan impulsivos? Tan niños. – Dije mientras golpeaba la pared.

Segundos más tarde se abrió una puerta. Era el doctor, que con lentos pasos se dirigía hacia mí.

Inmediatamente recuerdos invadían mi mente. Aquella noche, el frío del asiento del vagón, el presentimiento de que algo pasaría. La chica que se encontraba justo al frente de mí, la forma en la que me veía, como suspiraba, y por último como mordía sus rojos y carnosos labios.

En ese momento comencé a sudar a pesar del frío. Mi pantalón se había humedecido. Era la primera vez que había sentido tanto morbo por alguien.

El metro había llegado a su destino. Había que hacer transferencia para un último viaje de 20 minutos.

Aquellos 20 malditos minutos que cambiaron mi vida.

Al bajarnos, la seguí. No hacía más que perder mi mirada en su minúsculo short. Jugaba conmigo. Entraba por una puerta y salía por otra; No estaba huyendo. Era una especie de juego, “presa y cazador”.

Suena el silbato. Las puertas habían cerrado. El vagón se encontraba completamente solo. El arranque nos acercó y tropezó. Nos miramos sin emitir sonido alguno. Nos acercamos y después de allí, simplemente pasó.

El frío del aire era compensado con lo cálido de sus besos. El miedo de ser descubiertos en pleno acto hacía más apasionante cada movimiento. Sus grandes pechos reposaban en mi rostro.

Fue un momento que me dejó marcado sin duda alguna. Una gran noche en un tan odiado y despreciado lugar.

Sin darnos cuenta habíamos llegado. Como pudimos nos vestimos.

Salimos de allí, sin cruzar una palabra. Solo nos veíamos y sonreíamos. Al salir de la estación se despide de mí con un corto beso. Agarra mi mano, dejando una nota.

Aquella nota que simplemente decía: “Gracias por dejarme compartir esto contigo, y siento mucho haberte acortado la vida. ¡Besos! ”.

Mientras caminaba a mi casa millones de pensamientos invadían mi mente, tratando de descifrar el significado de aquellas palabras. Palabras que me llevaron a ese lugar, la clínica.

El doctor con lentos pasos se acercaba hacia mí. Una vez al frente, sin decirme una palabra, había comprendido todo, el resultado había sido positivo. Estaba contagiado de VIH – SIDA.

Vida por vida.

Las cartas estaban echadas…

Fue un cambio brusco de temperatura. Los ojos de aquel hombre lucían como las perlas que en lugar había encontrado. Me sentí un mal nacido al hacer lo que hice: “Tal vez no debí haberlo hecho”. Esa era la primera vez que alguien había sido tan generoso conmigo; nunca nadie me había salvado.

Al dejarlo caer, pensé en lanzarme. Un ligero recuerdo golpeó mi mente, al mismo tiempo que una ola desestabilizaba el “refinado” barco en el que me encontraba. Casi apuntaba mal.

En segundos recordé su expresión. Sentí la angustia que debío padecer.

- Jamás, había hecho algo tan inhumano –Me dije, mientras trataba de acabar con sta culpa, mientras mis manos ardían.

El joven gritaba. Simulé no escucharlo.

Suplicaba que lo dejara vivir, o al menos que le diera fin a su vida de otro modo.

La avaricia invadió mi mente, como siempre: “Pero esta vez me excedí”.

La desdichada historia que me contó. Su carajito con cáncer, su mujer casi loca, y a pesar de tener todo el dinero del mundo no podía hacer nada por ellos… ¡Basura!

Mentira, o no… Ahora me afecta…

Ver cómo poco a poco se hundía. Como aquel gigantesco y helado moúnstro absorvía su alma, mientras el desespero lo consumía y a su vez trataba de mantenerse en la superficie.

La falta de respiración, el tratar de tomar un sorbo de aire, quizás sin poder moverse. Sintiendo como te hundes poco a poco, sintiendo como tus energías se agotan… ¡Soy un miserable!

Quería terminar lo que había comenzado y acabar con esta culpa. No había otra salida, debía hacerlo. Con el arpón en mis manos lo hice.

Como pude aguant; la polea giraba. Todo sea por acabar con esta sensación que por primera vez sentía.

Al caer la noche, ambulancias rodeaban el muelle.

Por lo que pude ver, levantaban al pobre hombre que apenas podía moverse, trozoa de hielo se tornaban rojos.

“Era mi fin, pues la justicia llegaría por mi”

- ¡ Se lanzó el hombre que me rescató! –gritó el joven muchacho.

En el pueblo nadie entendía nada. Hasta que la encontramos. Una carta que había escrito el arrepentido hombre, quizás antes de llegar al muelle y tomar su decisión.

- Gracias señor, por su entrevista.

Bastardo R. Gustavo J.

Espero sus comentarios y sugerencias.

lunes, 18 de octubre de 2010

Un día de sol nublado.

Quién habría pensado que todo cambiaría así, tan de repente.

Todo ocurrió un resplandeciente y soleado día. Los canarios que tenían en el balcón del apartamento cantaban sin cesar, la casa estuvo en constante movimiento desde muy temprano.

La madre fue a trabajar, el padre también hacía lo suyo, el abuelo se alistaba, pues ese día iría a cobrar la pensión, mientras el chico se encontraba aún a las 9am durmiendo.

Esa situación era normal, el joven a pesar de estar en vacaciones, aún no había comenzado la universidad, solo contaba los días del verano para saber si había sido admitido o no.. Nada le gustaba más que esa vida de comodidades que llevaba junto a sus seres queridos, pues, él no hacía nada, y existían 3 sustentos económicos en el hogar, ¡Felicidad total!

El abuelo, un señor de 96 años de edad, con energías de un carajo de 17 (edad del muchacho), se dispone a despertar a su nieto, pues ese día irían a cobrar, ¿Qué mejor motivación que esa? …

Antes de que el señor, muy agradable a la vista, delgado, cabello blanco, calvo en el centro y con una reluciente sonrisa llegara a la habitación, el joven ya había despertado e incluso, ya se había vestido; Claro, su abuelo había despertado desde las cinco de la mañana como acostumbraba y sus pasos rechinaban por todo el lugar desde muy temprano.

Por lo general la madre llegaba apurada de la clínica, si, es doctora. Pero esta vez no fue así. Desayunaron los 3 juntos y partieron hacía un centro comercial en el cual “el viejo” como algunos de sus hijos, por cariño le decían, esperaba cobrar.

La mañana había pasado con total armonía, entre largas historias que generalmente cuentan las personas mayores a sus nietos y una risa y un sentido del humor que caracterizaba al señor, llegaron sin darse cuenta al sitio donde cambiaría todo.

Una vez en el centro comercial, se tardaron más en ir hasta el lugar en carro, que lo que tardaron en cobrar, pues la familia posee varios locales comerciales allí y conocen a mucha gente que labora en los bancos.

Ya con el bolsillo lleno, “el viejo” iba más contento.

Como era costumbre los 3 visitan las tiendas de sus familiares, y en la más grande de ellas, estaban reunidos un número importante de los familiares, hablaron y bromearon un rato y la madre decidió que era tiempo de irse, era tarde y tenía paciente citados.

Ella insistió en que el padre pasara el medio día con sus otros hijos allí en la tienda. A lo que el señor le responde:

- No, tranquila. Tengo cosas que hacer en la casa, mejor nos vamos – responde el señor con una forma pícara con la que solía hablar.

Se despide de sus hijos, tíos y/o hermanos, aún iban los 3.

Una vez camino al ascensor, el abuelo bromeaba con su nieto y entre chistes, risas y recuerdos se dirigieron a un lugar de futuros ácidos y amargos recuerdos.

Ya dentro del ascensor, la madre se da la vuelta para marcar el piso, simultáneamente el activo señor que no aparentaba la edad que tenía, seguía riendo. Nadie pensó que en un día tan agradable y sin pormenores como ese, pasaría lo que en más de 10 años, no había pasado en esa familia.

En el lugar se siente una especie de paro, un sobresalto, la madre un segundo después de marcar, voltea y lo observa, el joven, recostado de un lado del ascensor. Había caído.

Se encontraba contra la pared, pálido, con los ojos paralizados, casi sin fuerzas, y aun conservando una especie de sonrisa que segundos antes había tenido, ya a punto de caerse.

Claro, se encontraba sosteniendo al abuelo que inesperadamente luego de un pequeño salto, perdía el sentido y caía en sus brazos.

Todo se tornó en cámara lenta, el llanto y los gritos de la madre, la desesperación que ocasionaba que el ascensor había cerrado de nuevo sus puertas, el joven aún en shock tratando de sostener a su abuelo.

Las puertas se abren, se oyen gritos de auxilio, reciben ayuda de los vigilantes, la madre se dispone a dar primeros auxilios, “el viejo” aún en los brazos de aquel chico, que sentía como parte de su vida se escapaba de sus manos sin mucho que él pudiera hacer.

La madre que luchaba por recuperar esa vida, mientras de sus ojos lagrimas salían. Un momento que marcó un antes y un después, la alegría y la esperanza de la familia se empañaba, así como de repente el cielo se nublaba mientras la neblina bajaba.

Había comenzado una gran tormenta en carrizal.

Llegaron a la clínica en cuestiones de segundos, comiéndose vías, y casi dejando en un par de ocasiones, el parachoques en el suelo. Un primo manejaba, la madre y el joven atrás, con su viejo entre las piernas, tocándolo, sosteniendo su lengua, aplicando reanimación cardiopulmonar, en desesperación total.

En emergencias la situación fue alentadora. La familia entera esperaba afuera, entre llantos, conversaciones desesperadas y queriendo cada uno de ellos, que todo aquello fuese un sueño.

La espera había terminado, el momento que tanto temían había llegado. Una enfermera dio la noticia, hasta ese entonces aquella familia simbólicamente perdía la vida.




Bastardo. R. Gustavo J.


En memoria a uno de los seres más importantes en mi vida y a quién le dedico todos mis logros.

martes, 12 de octubre de 2010

"La otra versión de la historia"

Había pasado una mañana muy de pinga, defino “De pinga”, una mañana en la que por primera vez en mucho tiempo, lo que comúnmente tomo, no me moja, y es extraño, porque cuando quiero beber algo, ni de casualidad cae agua del cielo; Claro, si es de esas mañanas frías, en las cuales, como de costumbre no quiero mojarme, mejor ni les cuento…

Se aproximaba la tarde, venía de una gran caminata, tratando de esquivar, y viendo pasar esas grandes cajas con ruedas, a las que llaman carros; ¡Como corren esos peroles! ¿Eh?.. Traté de seguir a uno, bueno, a unos cuantos, y ni rastros dejaron.

El caso es que estaba exhausto, y con mucha hambre… Mi lengua salivaba como la de aquellos buenos señores que cargan todo el tiempo, un saco de latas encima, y que de vez en cuando me dan algo de comer.

El sol era arrechísimo, y disculpen mi expresión, sólo que no tengo a nadie que me eduque, y si, sé que es malo, porque he visto como unas personas le dan a las crías por el hocico, por decir palabras así.

Decidí sentarme frente a una farmacia, bajo sombra.

Entraba y salía gente, los escuchaba quejarse de los precios, de la falta de medicinas, de que robaron al frente, de que, cuidado cuando salgan, y así. Todos tenían un problema existencial. Todos me veían y me esquivaban, uno que otro estaba a punto de tropezarme, pero se daba cuenta a tiempo… Lo hacía.

En eso entran 2 jóvenes, tardan como 5 minutos allí dentro, si, no creerían todo el tiempo libre que tengo. Y más cuando tengo que ocupar mi mente en cualquier cosa para no escuchar el sonar de mis tripas. Allí seguía sentado yo, frente a la puerta de la farmacia.

Era un chico y una chica, la chica estaba de negro y se reía mucho, pareciera como si no supieran a donde tenían que ir; El chico estaba de azul, había comprado un agua extraña, de color morado y con burbujas... Las personas y sus vainas, pensé yo.

De pronto, la chica abre la puerta, pasa, me ve y se hace a un lado, el chico iba caminando sin ver hacia delante, tratando de abrir una bolsa con las patas, (Que ignorante por cierto, ¿Para qué tiene los dientes?, ¿de adorno?, pero bueno, logró abrir la bolsa.

Ya cuando está casi al lado mío, comienza a abrir el pote de agua morada, y si, de nuevo con las patas. El, medio gira, y me brinca encima, o por lo menos, eso pensé yo que haría,
Y no lo voy a negar, pegué un brinco yo también.

En cuestiones de segundos nos quedamos mirando fijamente, el uno al otro. Había tensión entre ambos...

El, estaba algo asustado, pero no más que yo, créanme.

Yo pensé… Bueno, quiso asustarme, pero aún lo seguía viendo… Tenía que asegurarme de que no fuera a lanzárseme encima, morderme o patearme.

En ese momento, hace un movimiento, yo hago otro, involuntariamente y vuelve a brincar;
Mi cara, no fue nada normal, yo brinco, y la chica que estaba con él, nos ve, y también brinca.
Fue un momento más atemorizante que cuando tengo que tomar prestado de algunos negocios comida y salir corriendo.

Si ustedes me dicen, no, es que tú lo fuiste a morder primero, o al menos le hablaste, ok.

¡Que se asuste y corra!

Pero no, yo estaba de lo más relajado en el caliente piso, y el de repente brinca…

Y bueno, no suena muy macho decirlo, pero me asuste, y mucho.

Al final, decidí pararme de golpe e irme de allí… Ellos pensaron que los mordería, pero, ¿Cómo?.. Si por poco salía de mí, lo que ellos “finamente” expulsan en los vasos de agua de algunos colegas, obviamente, volvieron a brincar.

Seguí caminando, volteando hacia atrás porcia acaso, uno nunca sabe… Y por cierto, aún con hambre. Ellos iban caminando, hablando, aún exaltados por lo que pasó, y riéndose que es lo peor…

- ¡Uh sí, que chiste! … - Pensé yo.

De paso escuchaba que el chico decía que fui yo quién lo asustó. Si ni siquiera me moví de allí.
Bueno...

Sólo digo que, “locos”, como dicen ellos, no son los que comen mierda…

Nada más miren a ese par.

Comenten que tal les pareció. Y si entendieron. "A veces pensamos ser las victimas, cuando realmente somos los victimarios"
Bastardo. R. Gustavo J.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Tal vez.

Todos en algún momento pasamos por un mal momento.

Grave es cuando escasamente ocurre, y reafirmo que es aún peor cuando de tan mal que estas en un momento, llegas a pensar que fuiste maldecido, embrujado u alguien simplemente se olvidó de ti, de que existes.

Y para terminar de hacer la plasta perfecta, cuando por lo general, para no sonar pretencioso y decir “Siempre”, consigues lo que te propones, cuando y como lo quieres.

Y si, ahora estoy consciente de lo que debió sentir Chávez cuando perdió las elecciones de la reforma en 2007, y como poco a poco ha ido perdiendo espacio…

- Pobre del presi…

Uno seguido del otro, así vienen los problemas.

Y para no sonar halagador “Del buen vivir”, continúo.

En ese momento sientes como aquella inspiración que te hacía escribir cosas increíbles y realmente puras, se ha tornado oscura y desalentadora. Aún sabiendo que ambos sentimientos son reales, están vivos y son sinceros…

Tal vez no he vivido mucho… Tal vez me falta experiencia... Tal vez no me bañe en oro, que a simple vista, es lo que más importa… Tal vez crea que se mucho, y son más las cosas que no se… Tal vez fue un error aprender a querer tanto… Y tal vez pueda cometer errores, si, tal vez…
Tal vez lo hice.

Tal vez son afirmaciones, en vez de suposiciones.

Y tal vez no pueda olvidarte. Si. Tal vez.

Y admito que fui lo más inmaduro que pude ser, pero también admito que fui lo más entregado y espontaneo que jamás fui; Nunca oculte quien era, ni quien quise ser, ni mucho menos quien quiero ser.

Conozco de historia, conozco la tuya, la mía, y si la de ellos también.

Nadie dijo que las cosas serían fáciles… Nada es fácil, así como también, nada es imposible. Y si, tal vez solo quise encontrarle un solo significado a la frase; Ahora creo entender bien que todo es posible.

A veces y aunque me crean loco y no le encuentren sentido a lo que estoy escribiendo… Hasta el más sabio comete errores; Y no una vez ¿Eh?, puede que dos, y si, hasta tres. ¿Por qué no?

¿Quién dice que no se aprende por ensayo y error? ¿Quién más que uno mismo debe decir: “Hasta aquí”?

Los errores no se han hecho de gratis…

Algunas veces hasta los más “Pilas” cometen errores, y mucho.

Pero no hay nada más satisfactorio e importante, que el darse cuenta y corregirlos… Y así pasa… Así lo hacemos; Y luego tratamos de remediar la situación.

Nunca es demasiado tarde para intentarlo, y menos para mí, y así fue.

Creímos como dicen en criollo, creímos tener a Dios agarrado por la chiva, y si tuviera que decir otro dicho venezolano para contarles el resultado, pues, nos ha salido el tiro por la culata.

Ha sido un camino muy largo el que hemos recorrido. Un camino lleno de obstáculos y mil dificultades, grandes, pequeñas, complejas o tontas, pero dificultades en fin.

Aquellas que como en los cuentos de hadas iba venciendo la princesa junto a su príncipe, una tras otra, sin parar… Pero algo nos detuvo.

La vida real.

Dicen que soñar no cuesta nada, pero, como dice mi madre, dejen de pensar en pajaritos preñados.

Aquello era algo que no tenía explicación, motivos, ni límites. Era toda una fortaleza, orgullosa de serlo, imposible de penetrar, siquiera acercarse a escasos metros.

Un gran muro donde no valían disculpas, excusas y arrepentimientos…

Y es aquí donde me pregunto, ¿Dónde está aquel chico?

Ese con actitud positiva, que por más problemas que tuviera siempre recibía a los demás con una sonrisa o un mal chiste. Ese que pensaba o que tal vez aún piensa que el destino está en nuestras manos.

¿Dónde está?

Alguien me dijo que buscara dentro de mí…

Aunque tal vez sepa a donde fue a parar, creo que está junto a otra persona, para estar ahí y vivir allí. Por siempre, sin importar lo que pase.

Y mientras, la otra parte seguirá aquí… Algún día los muros tendrán que ceder, y esperará ese momento.

Porque es como la libertad, es como expresarse… Tal vez lo quieran silenciar, tal vez lo quieran aplastar y si, tal vez prohibir, pero tarde o temprano encontrará una abertura, por muy estrecha que sea, y saldrá y se hará escuchar.

Tal vez tenga mucho significado para mí esto que escribí, tal vez pienses ¿De qué habla este sujeto?

Tal vez pienses que estoy defraudado, aunque tal vez te inclines más a enamorado.

Tal vez me comentes, te rías o te haya llegado… Tal vez me importe que es lo que tú has pensado.

Tal vez.

Y si, tal vez tenga continuación a pesar de haber sido tan repetitivo... Tal vez.

02-09-10.
Atte: Bastardo R. Gustavo J.